viernes, octubre 19, 2007

Muerte del cabo segundo Luis Moyano Farías, de 34 años





Segunda muerte de carabinero en servicio en poco tiempo. En pleno centro de Santiago. Un hombre joven de 34 años.

lunes, octubre 15, 2007

Sebastian Edwards llama a recuperar la audacia


05-10-2007
Por Sebastián Edwards
Revista Capital


Nuestra costosa inflexibilidad Es importante entender que una profunda reforma
del mercado del trabajo no tiene por qué traducirse en desprotección de los trabajadores o en mayor precariedad laboral. De hecho, es perfectamente posible modernizar nuestra legislación y al mismo tiempo aumentar los ingresos de los más pobres y la protección de los asalariados.

En sus memorias, Alan Greenspan dice que lo más
importante que aprendió en sus 18 años como
chairman de la Reserva Federal es que la economía
de los Estados Unidos es enormemente sólida y
resistente. El ejemplo más claro es que el
mercado bursátil se recuperó a las pocas semanas
del atentado a las Torres Gemelas. Más aún,
durante el cuarto trimestre de 2001 el PIB creció
a un ritmo acelerado y la tasa de desempleo cayó en forma substancial.

Según el ex banquero central, estas
características de la economía estadounidense se
explican, esencialmente, por su gran flexibilidad
y capacidad de adaptación. En la página 255 de
The age of turbulence, Geenspan escribe: “Un
determinante fundamental del éxito económico es
el grado de flexibilidad de una economía y, por
tanto, su capacidad para resistir choques
externos. Para ser flexible, un mercado
competitivo debe tener la libertad de adaptarse,
lo que significa que los participantes deben ser
capaces de reasignar sus recursos de la manera que sea más
conveniente”.

Lo planteado por Greenspan es, desde luego,
razonable e intuitivo. En una economía
globalizada todo cambia a gran velocidad. Como en
Alicia a través del espejo, un país que no avanza
lo más rápido que puede, se queda atrás en
relación a otras naciones. Esto es, precisamente,
lo que está pasando en Chile. El retroceso en el
ranking del Banco Mundial sobre facilidad para
hacer negocios no se explica porque hayamos
implementado políticas particularmente dañinas;
lo que pasa es que mientras nosotros hemos
marcado el paso, el resto del mundo ha seguido avanzando.

Pero lo más preocupante no es la caída en nueve
puestos en ese influyente ranking. Lo más
preocupante es que el tema no parece molestarles
a nuestras autoridades. Todo sugiere que al
interior de la Concertación el sector
socialdemócrata está ganando influencia y poder,
y que los aumentos de productividad y el
crecimiento económico han pasado a ser objetivos
de segundo plano. Ya no se habla de la
experiencia danesa ni de su tan publicitada
“flexiguridad”; no se habla de modernizaciones
profundas ni de reformas que vayan a aumentar la
eficiencia. Al contrario, todo parece indicar que
habrá más regulaciones y menor capacidad de adaptación.

Tanto así, que según un artículo reciente, el
ministro del Trabajo Osvaldo Andrade dijo que no
es necesario flexibilizar el mercado laboral. El
ministro afirmó: “Chile es el país más flexible
de los que integran la OCDE, con los cuales nos comparamos”.

Yo no sé qué información está usando el ministro,
ni con qué países nos está comparando. Pero lo
que sí sé es que si se usan los indicadores
habitualmente utilizados por los estudiosos del
tema, y si hacemos una comparación exigente –si
nos comparamos con los países avanzados que
exportan commodities, como Australia, Nueva
Zelanda y Canadá, por ejemplo– el resultado es desalentador.

Uno de los índices más respetados sobre el grado
de adaptabilidad del mercado del trabajo es el
calculado por el Banco Mundial en su ejercicio
Doing Business. Según este indicador Chile está
en el lugar 59, entre 178 países. Esta es una
pobre ubicación cuando se le compara con los
países avanzados exportadores de commodities, los
que están, en promedio, en el lugar 11 de este
ranking. Otro índice que mide el grado de
dinamismo del mercado del trabajo es el calculado
por el Fraser Institute de Canadá. Este indicador
va de 1 a 10 y números más altos señalan mayor
flexibilidad. Chile tiene un índice de 5,3, lo
que es pobre en comparación con el 6,8 de los
exportadores de commodities. Si nos comparamos
con los llamados Tigres Asiáticos los resultados
tampoco nos favorecen, puesto que el índice para
este grupo es 6,7, muy superior al de nuestro país.

El profesor James Heckman, ganador del premio
Nobel de Economía del año 2000, también ha
calculado una batería de índices sobre los costos
de las regulaciones laborales en una serie de
países. Según este análisis, en Chile es siete
veces más caro despedir a un trabajador que en
los países avanzados exportadores de commodities.

Y según un extenso estudio dirigido por el
profesor de Harvard Andrei Schleifer, el mercado
laboral chileno es 67% más rígido que el de los
países avanzados que exportan commodities, y
también que el de los Tigres Asiáticos. Estos
resultados son particularmente importantes, ya
que para construir estos índices, el profesor
Shleifer y sus colegas analizaron con lujo de
detalles 32 características de la legislación laboral en decenas de
países.

Los índices calculados por académicos
prestigiosos e influyentes nos entregan un cuadro
consistente e inquietante: nuestra economía es
mucho más rígida que la de aquellos países
exitosos a los que aspiramos parecernos.

Ello indica que si queremos dejar de ser los
eternos campeones de la Tercera División, y nos
interesa subir a la Liga de Honor, debemos
modernizar nuestra legislación laboral. Al
contrario de lo que dijo el ministro Osvaldo
Andrade, esta es una labor que no puede
postergarse. Es importante entender, sin embargo,
que una profunda reforma del mercado del trabajo
no tiene por qué traducirse en desprotección de
los trabajadores o en mayor precariedad laboral.
De hecho, es perfectamente posible modernizar
nuestra legislación y al mismo tiempo aumentar
los ingresos de los más pobres y la protección de
los asalariados Una propuesta concreta es
implementar un impuesto negativo al ingreso. La
idea es antigua y simple: todo trabajador obtiene
un crédito tributario por una cantidad
determinada –digamos 100 mil pesos mensuales, en
promedio–, independientemente de sus obligaciones
impositivas. Aquellos que por tener ingresos muy
bajos están exentos de impuestos a la renta
reciben este crédito en la forma de una transferencia monetaria o
subsidio.

Una segunda propuesta que va en la misma
dirección es utilizar parte de los fondos del
cobre para prefinanciar un seguro de desempleo
que pague benefi cios adecuados en el evento de
pérdida del trabajo. Este seguro reemplazaría al
actual y costosísimo sistema de indemnizaciones
por años de servicios. Como sugirió hace unos
meses el senador Carlos Ominami, un seguro de
desempleo bien diseñado es más eficiente y
socialmente más equitativo que el sistema actual.

Muchos dirán que las ideas presentadas aquí son
demasiado ambiciosas y atrevidas. Es verdad; lo
son. Pero de eso, precisamente, se trata: lo que
el país necesita con urgencia es recuperar la
audacia de la política económica, para así
retomar la senda del crecimiento sostenido y del progreso.

Sebastián Edwards, Ph.D. en Economía de la
Universidad de Chicago, es profesor de Economía
Internacional en la UCLA, California.

domingo, octubre 14, 2007

El Éxito de Facebook


Después de mi visita a sus oficinas, sigo maravillado con Facebook. Creo que representa claramente la filosofía y el éxito de la Web 2.0. Y explico por qué…

Facebook, con 25 millones de usuarios, es la segunda red social más exitosa de Internet después de MySpace (con 57 millones). Y crece con una rapidez increíble, que supera tres veces a la de su rival. ¿A qué se debe este éxito? A dos factores fundamentales.

En primer lugar, Facebook, que se creó como una versión en línea de los “facebooks” de las universidades americanas, abrió sus puertas a cualquier persona que cuente con una cuenta de correo electrónico. Los “facebooks” son publicaciones que hacen las mismas universidades al comienzo del año académico, que contienen las fotografías y nombres de todos los estudiantes y que tienen como objetivo ayudar a los estudiantes a conocerse mutuamente. Facebook llevó esta idea a Internet, primero para los estudiantes americanos y luego para el mundo entero.

Facebook nació en 2004 como un hobby de Mark Zuckerberg, en aquél momento estudiante de Harvard, y como un servicio para los estudiantes de su universidad. Pero el éxito marcó, desde este comienzo, el acelerado desarrollo de esta idea inicial: en su primer mes de funcionamiento Facebook contaba con la suscripción de más de la mitad de los estudiantes de Harvard, y se expandió luego a las universidades MIT, Boston University y Boston College y las más prestigiosas instituciones de Estados Unidos. Un año después, Facebook tenía más de un millón de usuarios, una oficina en Palo Alto y había recibido el apoyo financiero de Peter Thiel primero (co- fundador de Pay-Pal y inversor ángel) (500 mil U$D) y de Accel Partners después ($12.7 millones). Ese mismo año incorporó, además, a los alumnos de más de 25 mil escuelas secundarias y dos mil universidades (otras universidades de Estados Unidos y universidades extranjeras), logrando un total de 11 millones de usuarios. En 2006, Facebook introdujo más universidades extranjeras y desarrolló nuevos servicios en su plataforma, tales como Facebook Notes (una herramienta de blogging con tagging, imágenes y otras utilidades) o la importación de blogs de servicios como Xanga, LiveJournal o Blogger y (ya en 2007) Facebook Marketplace, que compite con Craigslist. También implementó acuerdos comerciales con iTunes y recibió una inversión de capital adicional de 25 millones de dólares por parte de Peter Thiel, Greylock Partners y Meritech Capital Partners.

Pero, más allá de lo increíble de este crecimiento, lo más importante es que en 2006 Facebook se “hizo público” permitiendo que no sólo los estudiantes de determinadas universidades o escuelas americanas participaran en él, sino que todas las personas que tengan correo electrónico puedan formar parte de su comunidad. Facebook se convirtió entonces en una comunidad de comunidades: en él se conectan estudiantes, empresas, y gente que – en base a sus intereses - puede elegir participar en una o más redes, en relación a su situación académica, su lugar de trabajo o región geográfica. Es una comunidad creada por y en función de sus miembros, ¡ése es justamente el espíritu de la Web 2.0!

En segundo lugar, en Mayo de este año, Facebook abrió su lanzó la Plataforma Facebook, una nueva herramienta para desarrolladores que permite integrar con la popular aplicación Facebook y, al mismo tiempo, crear nuevas oportunidades de negocios. La idea es integrar los productos de otros con la red social de Facebook y que los usuarios puedan utilizarlos desde Facebook. Por ejemplo: cualquier podría construir un sistema de recomendaciones de películas basándose en los contactos del usuario en Facebook y ofrecerlo dentro de la misma red.

La propuesta económica es esta: quienes construyan algo sobre Facebook se quedarán con el dinero generado por la publicidad o por las transacciones. Lo más importante, sin embargo, es la dimensión viral del sistema: “cuando un amigo agrega una aplicación aparece en su página y en su perfil. Cliquear lleva a la aplicación y permite interactuar directamente con ella”. Todos los amigos ven la elección y la consideran como un voto a favor lo cual los alienta a probarla ellos también. Así lo demuestran, además, los hechos. A los 10 días del lanzamiento, el número de aplicaciones disponibles había pasado de 85 a más de 300. ilike, la más popular, comenzó con mil abonados a la mañana siguiente del lanzamiento. A los dos días eran 300.000. Gana ahora 200.000 abonados por día y su presencia en Facebook superó al sitio original.

Esta ha sido, sin lugar a dudas, una estrategia muy interesante. Especialmente porque es radicalmente opuesta a la estrategia de la red social de más éxito, MySpace, que funciona como un universo cerrado en el que cada usuario puede utilizar en “su espacio”. La jugada de Facebook es la de ser una plataforma como lo puede ser Youtube, pero en lugar de con vídeos, con widgets que los usuarios puedan integrar en sus perfiles y que ofrezcan servicios extra. Porque el punto es que si logra convertirse en una plataforma tiene mucho que ganar: más servicios para sus usuarios y funcionalidades que por si mismo tardaría mucho en construir pero que las harán terceros. Y es que, en realidad, Facebook pretende volverse algo como un sistema operativo: el “sistema operativo social de la Web“, según llegó a declarar Mark Zuckerberg. O, en otras palabras, el anillo único de las redes sociales en línea, la madre de todas las comunidades del planeta. Y todo esto con un espíritu que – sin dejar de ser empresarial – promueve la apertura, las nuevas ideas y la interacción de las personas y los distintos proyectos. Una suma en la que ganan todos.

Articulo escrito por Maria Frick con la mayoría del material proveniente de la Wikipedia en inglés